Hoy, en uno de estos días que suelo pensar, cuando hay frío, he rebuscado en mis recuerdos y en mi sensibilidad infantil y he encontrado una cosa curiosa (o quizá no tanto): de pequeña quería ser princesa. Pero así, sin esperarlo, y no se en que momento concretamente, ese deseo desapareció de mi cabeza. Quizá por los golpes de la vida, quizá porque cuando crecemos dejamos de creer en los cuentos de hadas ( o así debería ser, según manda la sociedad, porque es un acto infantil y de inmadurez) o quizá porque me he dado cuenta de que los príncipes azules no existen. A pesar de todo, de vez en cuando, me gusta soñar y volver a creer en esos cuentos, aunque sea infantil e inmaduro (porque yo sinceramente no me considero madura, más bien me considero una niñata). Esos cuentos que que escuchaba de pequeña antes de dormir y me gusta pensar que un día de estos, quizá el menos pensado, me pueda sentir como una verdadera princesa, sin corono, sin vestidos y sin castillo pero en brazos de ese príncipe que quizá no sea azul pero transmite la misma tranquilidad y ternura que ese color representa.
Y me atrevo a aventurar que ese príncipe tiene un aire a Mario Casas no? jajajajaj
ResponderEliminarMINIMIII! 1 DIAAAAA!
TE QUIERO!