martes, 21 de diciembre de 2010
Charco, plof.
Un día cualquiera, pongamos 21 de diciembre, en una ciudad cualquiera, como Madrid, llueve como nunca (bueno en realidad como todos los días que llueve a cantaros). Tu andas tranquilamente debajo de tu paraguas con el ipod a cuestas y escuchando esa maldita canción que te encanta y que por alguna razón, no sabes exactamente cual, tienes que cantarla cada vez que la escuchas aunque sea en bajito para que no te oiga el resto del mundo que haya por la calle a esas horas de la mañana, y como consecuencia llueva más de lo debido o simplemente provoques algún trauma al oír tu canto que esta muy bien para la ducha pero no es decente para que lo oigan los demás. Esa canción que no sabes como se llama pero que una vez que la escuchas, o aunque no la hayas escuchado todavía en todo el día, te viene a la mente y se queda clavada en tu memoria hasta que llega otra que ocupa su lugar. Como si fuera una necesidad, una droga, le das a la repetición así que escuchas la misma canción unas tres o cuatro veces. Sigues con ese soniquete cuando, de repente pasas por un ligar estrecho, entre la una farola y la carretera, después de una curva y casualmente pasa un coche a toda velocidad que te moja, te empapa en realidad, y sigues tu camino chorreando y maldiciendo a la personilla que le regalo el carné de conducir a dicho individuo y que por su culpa ahora conduce sin ninguna consideración con los peatones, mientras que él va en el coche, sin mojarse, sin preocuparse por si hace viento y se te rompa el paraguas, calentito, sin darse cuenta del frío invernal, y con un poquito de música que le aisla del mundo.
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Te entiendo perfectamente, no me ha pasao hoy pero si alguna que otra vez en esta vida... -.-''
ResponderEliminarOdio la lluvia! Joder!