domingo, 12 de diciembre de 2010
Para ser feliz hace falta coraje.
Sí, coraje, porque cuanto más feliz eres más vas a sufrir cuando lo pierdas. Tienes que prepararte, armarte de valor para querer ser feliz con todas sus consecuencias, sabiendo que cuando pierdas esa felicidad te hundirás en un pozo de tristeza, pero ¿y si no se acaba? Siempre queda esa posibilidad.
Yo, con el tiempo, he aprendido a valorar la importancia de una persona, no por cuando llegan o por cuando se van , ni por el tiempo que permanecen en tu vida o las veces que hablas con ella, sino por el vacío que deja cuando se marcha. Esas son las consecuencias de la felicidad, daños colaterales, no se pueden evitar. Pero no por eso tienes que dejar de ser feliz, ¿por miedo? NUNCA, que el miedo no te frene, que no te cierre puertas ni te pueda intimidar, porque el miedo aunque lo veas como algo grande e inescrutable, es una fina placa que puedes traspasar con un poco de valor.
Porque es cierto que no sabes lo que tienes hasta que lo pierdes, pero también que no sabes lo que te pierdes si nunca lo has tenido. Y, ¿que es peor? ¿Querer y sufrir por la perdida o nunca haber sido querido y no aprender a querer? Pensadlo. Es interesante como la mente lo analiza desde una manera distinta dependiendo del momento que personal por el que pase cada uno.
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