viernes, 26 de octubre de 2012

Primera lección: aprende a andar.

Tienes que ser fuerte, dicen, enfrentarte a todas las dificultades, aprender a levantarte después de cada tropiezo. Andar con la cabeza bien alta pero no ser orgullosa. No permitas que te pisen pero tampoco lo hagas con los demás al avanzar

Avanzar. Lo tienes que hacer para poder sobrevivir en este mundo, esta selva de cemento,  en el que detrás de cada edificio se encuentra un león acechando por si te flaquean las fuerzas. Diariamente te evalúan, te juzgan, te critican, te analizan pero a pesar de todo tienes que ir siempre con una sonrisa como un gran escudo para no demostrar esas grietas a través de las cuales te pueden atacar. 


Ten mucho cuidado con lo que sientes y en las personas en las que decides confiar porque detrás de cada cara bonita, muy importante en nuestra sociedad superficial, puede haber un interior podrido. Pero, cuidado, tampoco te alejes demasiado porque esa cara te puede abrir alguna puerta que sin influencia estaría más que cerrada. Porque, en definitiva, lo que puedas ofrecer es lo de menos si no tienes una llave mágica.


Y entre todo este escenario, de realidades y de consejos, no te puedes permitir el lujo  de quedarte en blanco en medio de la tarima porque los miles de ojos que te observan cómodamente desde sus asientos, siendo espectadores pasivos de todo,  puede que decidan hacer un pequeño cameo ya sea para bien o para mal. 


Mira fuera. Es la vida, Sólo tú puedes decidir si quieres que sea un drama o una comedia. La función ya ha empezado.