sábado, 28 de enero de 2012

Cosas de la noche.

Había un personajillo "famoso" pero no famoso de los que recuerdan luego en la televisión durante años después de su muerte por sus grandes obras, su capacidad de interpretación, su léxico, su forma de vestir, de seducir a la cámara, etc. Si no de esos que tienen un famoseo temporal, de esos que se lían con alguien y tienen un boom de ser famosos, de esos que se les sube a la cabeza y se sienten acosados por los paparazzi pero que después de un mes o, a lo mejor (con algo más de suerte), en una semana, nos hemos olvidado de ellos. No como una tal Esteban , así rubia, con la nariz torcida y que cuando abre la boca arregla más todo el conjunto que forma, que por haber tenido una hija con un torero sigue en la televisión día tras otro destrozándonos los oídos con sus gritos y haciendo que acabemos con dolor de retina cada vez que escribe y nos deleita con su cultura. 


 Esta es la vida que hemos decidido elegir, sufriendo cada vez que pones ese canal entre las cinco y las ocho de la tarde, que si vas con cuidado te acuerdas de que no tienes que pasar por ahí, pero si te pillan desprevenida la has cagado, que lo mismo te succionan el cerebro y sólo de un pantallazo mueren más neuronas que si hubieras estado bebiendo tres días seguidos. 


Y es que últimamente, bendita tele, no ponen absolutamente nada. Esto es una tortura psicológica, además de  que nos han quitado esa famosa plataforma de descarga de archivos y de vistas en streaming, nos ponen una programación "estupenda" (ironía, para los poco espabilados). Podemos elegir entre una gran variedad pero al final siempre acabamos viendo lo mismo que hace diez año, ¿quién no ha vuelto a ver los Simpson? ¿ o se ve capítulos de Friends? Que sí, que es una serie que ha marcado una etapa en nuestra vida pero que la serie tiene sus años, es como ese profesional que no se quiere jubilar y al final se repite más que el chorizo que hacen en pueblo en época de matanza, de ese que se hace en las casas, en pleno Enero, con un frío que te puedes quedar congelado con sólo sacar una oreja del gorro ese que te han regalado los reyes; con el cerdo colgado de las patas de atrás, con una raya en el medio que le puedes ver lo que ha comido, lo que ha desayunado y lo que no ha digerido bien... Que cuando le matan se oyen los chillidos, en tu pueblo, en el de al lado y en la ciudad más cercana a unos 150 kilómetro a  la redonda. 



Bueno como me he ido del tema del título, como claramente se ve, ya casi que lo dejo para otra entrada porque sino veo aquí un testamento que ni el de la Duquesa de Alba con todas sus propiedades. 
Voy a terminar la primera frase porque dejarla así a medias quedaba feo. Si no la termino os preguntareis, ¿quién era ese famosete? ¿y qué decía? Pues tatataatataaaa (redoble de tambores): 


La noche me confunde mi negra. 
Perdona que te diga pero no es que te confunda es que el grado de alcohol en sangre alcanza unos grados que ni siquiera ves, oyes, hueles o sientes.

martes, 17 de enero de 2012

La plaga del pájaro.

Pero no me refiero a los gorriones o las palomas, esas hermosas ratas voladoras que todo el mundo adora y desearía tenerla de mascota. 


(Qué feliz es la mujer con su querida mascota en la cabeza ignorando la cantidad de enfermedades que la puede pasar. Solamente le falta darle pipas de la boca.)


El caso, me refiero a ese pájaro que tenemos vía Internet en el que la gente pone lo primero que le viene a la cabeza:
  • Me estoy sacando un moco que se podría hacer una fábrica de pegamento aquí mismo.
  • Creo que tengo hambre.
  • Cásate conmigo.
Ese que está repleto de @ y de #. Y es que últimamente, como siempre que se pone algo de moda, esto de poner asteriscos en todos los sitios se ha convertido en una. Da igual con quien hables o lo que quiera decirte que si estás escribiendo aparecerá en alguna conversación, ya no hace falta que sea escrito, incluso hablado. 
Y es que la moda es lo que tiene, como cuando se puso de moda ese rudimentario elemento de comunicarse de los muñequitos que giraban cuando se iniciaba que todo el mundo llenaba absolutamente todo de emoticonos que guiño, que si corazón, que si corchea, que si sonrisa.... Todo lleno de los muñecos esos amarillos y calvos y, encima sin orejas. Y entonces es cuando me pregunto yo: ¿Por qué hacen a los muñecos sin orejas? ¿Qué tipo de mundo corrupto es este en el que no tiene orejas un gato cósmico o una esponja que vive en el mar? ¿Y por qué vive una esponja en el mar? ¿No se hincharía al absorber todo el agua? Tengo ganas de que estrujen a Bob Esponja a ver que pasa. Son dudas que me asaltan en mi vida diaria no me preguntéis por qué.

lunes, 9 de enero de 2012

El día que me vacilaron las puertas del metro.

Y sí, tenía que ser lunes misteriosamente. 
Hoy, querido lunes 9 de enero de 2012, primer día de universidad después de las merecidas vacaciones. Primer día de levantarse  a las 9 de la mañana después de tres semanas haciéndolo a las 12 como mínimo. Después de haberme dormido a las 3 de la mañana anoche por nada en especial. Debe ser que estaba nerviosa como los niños pequeños cuando van al cole el primer día. Primer día de observar  ala gente del metro, toda esa gente de la ciudad que sin saberlo son bastante curiosos para observar. Llego a Puerta del Sur con toda mi motivación, con la música de fiesta puesta en el iPod para empezar bien el día. Llegó a la puerta para pasar a la línea doce, yo toda decidida, como siempre esperando, como una ilusa, que se abran las dichosas puertas como cada 5 segundos que pasa cualquier persona, pero debe ser que el metro tiene algo en contra de mi persona. El caso que voy con paso dicharachero, llego y la puerta no se abre. Me doy la vuelta para intentar que se abra a la que vuelvo y me encuentro una cola enorme de personas detrás. La chica de detrás con el abono sacado, y me dice la chica: "No abre". ¿En serio? ¿me lo estás diciendo en serio? A perdona no me había dado cuenta, es que me gusta esto de estar dando paseos por el metro delante de las puertas que no se abren, es un hobby que tengo desde chiquitita no te fastidia. El caso que voy para atrás y para alante y no se abre, la gente se empieza a cabrear. Usted, la tercera señora, lo siento pero no tengo la culpa de que la puerta me vacile y que a usted no le de la gana de entrar por otra de las 10 que hay así que menos quejarse y más colaborar. Y como a la tercera va la vencida, van las puertas y como por arte de magia se abren. Entonces es cuando todo el mundo está cabreado por haber tenido que esperar 5 minutos más y yo voy a hacia el metro con esa sonrisa tonta que se me pone cuando casi me caigo pero al final no, o cuando me acuerdo de algo gracioso cuando voy por la calle. 



Esta foto me recuerda a cuando estas enfrente de la puerta dándole al botón con las luces de alrededor verde y no se abre. Todas las demás puertas se abren. Es el momento de indecisión en el que no sabes si cambiar de puerta  o seguir intentándolo con la que te ha tocado.