miércoles, 27 de febrero de 2013

Adicción.

El mundo se derrumba a tu alrededor, todo se desmorona poco a poco. Ves como todo cae, todo se desvanece. Cada milímetro que desaparece y cada gramo de vida que se va por el desagüe. Cada estúpido movimiento que no ha sido capturado y cada momento que, de alguna manera, has dejado correr. 

Y, sin embargo, tú permaneces impasible en medio de aquel caos de mundo que gira deprisa. Permaneces estática e impasible como un muro de cemento viendo como las personas vienen y van, pasan con un rumbo fijo. Aparecen y desaparecen de tu vida. Tú, como si nada, como si el aire no te enredara el pelo y el frío no te congelara las extremidades. Como si el tiempo se parara y se hubiera congelado en medio de tu cara esa sonrisa de mármol. Una sonrisa que si te preguntan sabes que no sabrás justificar pero que, sin embargo, no puedes evitar. Esa sonrisa de saber que quizá no sabes la persona que eres pero al menos no te estás convirtiendo en la persona que no querrías ser.

Porque al fin y al cabo todos acabamos conviviendo con una persona de la que conocemos sus defectos y virtudes, sus manías, sus costumbres, su carácter y su bondad. Queremos a esa persona y nos aferramos a ella como a un clavo ardiendo sabiendo que si nos alejamos de ella todo se acabará. Intentamos cambiarla y, en muchas ocasiones, lo conseguimos. Pero al final, realmente cuando estemos derrumbándonos como el mundo que nos rodea estaremos más cerca que nunca de esa persona a la que realmente tenemos que cuidar: nosotros. 

domingo, 17 de febrero de 2013

Ingenuos.

Somos tremendamente ingenuos al pensar que somos capaces de retener el agua entre las manos con la esperanza de que no se resbale entre nuestros dedos.
Ingenuos cuando creemos que al pisar la arena en la orilla de la playa, esta va a permanecer debajo de nuestros pies. 
Ingenuos al intentar creer que podemos luchar contra el tiempo, contra la vejez, contra la muerte. Nadie quiere morir pero es más duro vivir teniendo presente siempre la certeza de la muerte que disfrutar sin más de lo que te puede ofrecer cada día.
Ingenuos al pensar que podemos esquivar los sentimientos. Que nuestra coraza permanecerá impasible a pesar de todos los que quieran derribarla. Al final se abrirá una grieta por un lugar u otro y caerá.
Ingenuos porque creemos que podemos solucionar los problemas de los demás pero en realidad no sabemos cómo manejar nuestros propios problemas ni nuestra propia vida. 
Ingenuos al creer firmemente que podemos cambiar a las personas. Al afirmar para nosotros mismos que no ha cambiado porque no nos ha conocido. Pero en realidad sabemos que las personas no cambian, o aprenden a mentir mejor o actúan como sabe que se espera de ellos.
Ingenuos cuando tenemos la esperanza de que podemos manejar la lluvia, el sol, el viento. Que podemos mover montañas y podemos parar planetas.