domingo, 17 de febrero de 2013

Ingenuos.

Somos tremendamente ingenuos al pensar que somos capaces de retener el agua entre las manos con la esperanza de que no se resbale entre nuestros dedos.
Ingenuos cuando creemos que al pisar la arena en la orilla de la playa, esta va a permanecer debajo de nuestros pies. 
Ingenuos al intentar creer que podemos luchar contra el tiempo, contra la vejez, contra la muerte. Nadie quiere morir pero es más duro vivir teniendo presente siempre la certeza de la muerte que disfrutar sin más de lo que te puede ofrecer cada día.
Ingenuos al pensar que podemos esquivar los sentimientos. Que nuestra coraza permanecerá impasible a pesar de todos los que quieran derribarla. Al final se abrirá una grieta por un lugar u otro y caerá.
Ingenuos porque creemos que podemos solucionar los problemas de los demás pero en realidad no sabemos cómo manejar nuestros propios problemas ni nuestra propia vida. 
Ingenuos al creer firmemente que podemos cambiar a las personas. Al afirmar para nosotros mismos que no ha cambiado porque no nos ha conocido. Pero en realidad sabemos que las personas no cambian, o aprenden a mentir mejor o actúan como sabe que se espera de ellos.
Ingenuos cuando tenemos la esperanza de que podemos manejar la lluvia, el sol, el viento. Que podemos mover montañas y podemos parar planetas. 


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