lunes, 17 de enero de 2011

Mujeres que viven en salas de espera.

Siempre hay una mujer en la sala de espera, en cualquier sala de espera de cualquier lugar del mundo, ya sea China o Australia, tanto en el dentista como en el psicólogo. Suele ser de mediana edad, unos 50 años, con el pelo teñido de rubio (no platino que sería demasiado para su edad) pero se le notan las raíces morenas o, cuanto menos, castañas, tiene una cara simpática, puede leer o no una revista pero cuando tú entras te mira, espera a que saludes (y por supuesto saludas ya que sientes su mirada fija en tu cara, con esos ojos llenos de expectación porque salga una palabra de esa boca) y entonces si te considera una persona simpática, o por lo menos interesante, intenta darte conversación. Si no sigue leyendo. 
Pero es muy curioso, parece que vive allí, se la ve relajada, cuando sale la secretaria/ recepcionista se pone a  hablar con ella, la pregunta por su familia, si ya lo ha arreglado con su novio después de la bronca de la semana pasada... Entonces te llaman a ti y piensas, pero si esta mujer estaba delante de mí, pero no dices nada no sea que (después de media hora esperando) te vaya a quitar el turno y tengas que quedarte allí toda la tarde leyendo revistas de hace semanas. 
Después de haberte observado las caries y hacerte un par de empastes, o de hacerte un psicoanálisis para ver el grado de locura o depresión en el que te encuentras, sales y la mujer sigue allí. En la misma silla de antes, con la misma posición de las piernas, escrutando con sus ojos esa revista de la que parece que quiere sacar el máximo partido posible, aprender algo de esas líneas que lee y de las fotografías de modelo colocadas estratégicamente. Ya no sabes muy bien si es la madre de la recepcionista o del médico o es que simplemente le ha cogido cariño al lugar y a las revistas repuestas cada semana. De todo tipo, desde revistas del corazón hasta un librito pequeño en una mesa diminuta en una mesita de "pinta y colorea".  Entonces, cuando tú ya te dispones a irte sin resolver el misterio, sale un señor calvo y descubre que la mujer de repente se levanta, se acerca  él, se engancha de su brazo ( sin que este ponga resistencia) y se va. Entonces lo comprendes todo y puedes proseguir con tu vida normal. 
Pero curiosamente ( o no tanto) vas otro día al mismo lugar y está otra vez ahí la señora . ¿Casualidad? Lo dudo. Mi teoría es que esa señora vive ahí, en cualquier sala de espera. Pensándolo bien no es una mala idea, es mucho más económico que alquilar, y, por supuesto, que comprar un piso. No paga luz ni agua. La adoptan cual gatillo abandonado y se la coge cariño. 


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