Bienvenida a la universidad.

Te tocas las narices medio año y luego las dos últimas semanas estás que te quieres cortar las venas pero no sabes cómo. Además llegará un profesor muy enrollado que te mande un trabajo que te cagas para hacer en semana santa, ¿qué pasa que te creías que sólo ibas a estudiar?
Luego tendrás a la típica profesora cargante, que no hay quien la aguante dos horas seguidas, será el último día de clase, en el último minuto, con todos preparados para salir hacia la calle aunque sea hacia el pasillo como si nos fuera la vida en ello, y entonces no le dará tiempo y dirá : "Bueno yo ahora no tengo nada que hacer". Pues te compras un libro de hacer sudokus ¡pesada!
Para colmo después de las dos horas que te han chupado toda la energía que traías por la mañana, te vas a  la máquina y la querida máquina de tu querido aulario va y se traga 20 céntimos del euro que tenías, así que terminas en clase sin comer, con 20 céntimos menos y con la misma energía que una pelusa movida por el viento.