Calor sofocante de finales de Septiembre. Ese que hace que todo se haga más pesado. La ropa veraniega no hace que se aleje de ti pero entonces, sobre tu piel desnuda, cae una gota del cielo. Una gota que es mucho más que eso, es vida, es ciclo, es poder respirar, disfrutar.
No se queda en una simple gota. Sientes como todas esas gotas que caen te devuelven la vida, renaces de tus cenizas y te sientes más viva que hace escasos segundos. Te has parado en medio de la calle. ves cómo la gente corre y se resguarda de esa primera tormenta del otoño pero tú permaneces allí, de pie, y , sin haberte dado cuenta, has abierto los brazos como intentando atrapar toda la paz del momento.
Todo el mundo corriendo y para ti el mundo se ha parado en ese pequeño espacio de acera que tienes bajo tus pies y en ese preciso instante el tiempo no corre. Sólo se puede resumir en una palabra: paz.
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