martes, 11 de septiembre de 2012

A contra viento.

A veces, y sólo a veces, la vida es como intentar avanzar montando en una BH con el viento de frente. Pedaleas lo más rápido posible pero solo avanzas los mínimos metros posibles y a cada pedaleada que das sientes que te quedan menos fuerzas y menos aire en tus pulmones y, para colmo, sientes como el frío viento cortante te abofetea la cara como un amante despechado. Ese mismo viento que a la vez, despiadado, se cuela a través de tus labios entreabiertos, traspasando esos dientes sensibles y colándose en tu garganta dolorida al querer abarcar más aire del que en realidad puedes. 
Aire que en vez de ayudarte te va consumiendo poco a poco. Entonces se empieza a reflejar en tu cara la desesperación y el agobio. En ese preciso momento, cuando más vulnerable te ves, aparece una empinada cuesta que estaba oculta por el hermoso paisaje que te rodea e intenta que te olvides de tu agonía interna.

Sientes MIEDO, miedo a no poder subir la cuesta, a no conseguir tu objetivo, al saber que nadie va a poder ayudarte porque sólo dependes de ti misma, a saber que todo depende de ti.

Y ese TODO es en realidad lo que más miedo te produce porque sabes que tanto si triunfas y alcanzar ese objetivo, como si fracasas y te dejas caer hacia atrás como una pluma que el viento fácilmente puede trasladar de sitio, será tu responsabilidad. Habrá sido el resultado de ti, de tus esfuerzos, de tus miedos, de tus intenciones, de tus actitudes, de tu coraje, de tu valentía, de tus derrotas. Y al mismo tiempo que el resultado depende de ti las consecuencias caen directamente sobre ti y las sufrirás solamente tú.Puede que cuando te caigas al dejarte caer alguien te ayude a levantarte o te cure las heridas pero tú serás la que viva con esas heridas hasta que se curen, la que convivirá con ella 24 horas y no se las podrá quitar de encima hasta que cicatricen y se olvide de ellas. Entonces, y solo entonces, tendrás el valor de volver a montar en bicicleta si el golpe ha sido muy fuerte. Al contrario, puede que nada más caer te levantes rápidamente y vuelvas a intentar subir hasta la cima. 
Si consigues hacer esto tienes que pedalear con todas tus fuerzas, olvidarte de la garganta seca, del dolor, de las heridas, del cansancio y tendrás que poner todo tu cuerpo y tu corazón para conseguir llegar a tu cima porque de una caída te recuperas pero de varias seguidas es más fácil que no te queden secuelas.

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