martes, 14 de junio de 2011
Daño.
Nos estamos haciendo daño, todos esos gritos, los portazos que resuenan en casa durante cada conversación que es el eco de un corazón herido. Esas conversaciones que empiezan como un murmullo, entran despacito como si nada en nuestra vida y terminan a gritos, en ese tono las personas no se entienden unas a otras ni aunque quieran, ni siquiera se escuchan el corazón que finalmente, cuando todo termina te das cuenta de que dice, bajito, que le quieres, que no puedes vivir sin él aunque quieras, aunque lo intentes, aunque le hagas daño, porque siempre de una pelea hay una reconciliación. Pero ha llegado un momento en el que las alas del amor se han roto y no podéis seguir hiriéndoos como si no sintierais nada, porque aunque luego te arrepientas el daño ya está hecho y es como la arena que granito a granito se forma una gran montaña y entonces es cuando se desborda el vaso, todo estalla, todo termina en un portazo y un llanto, pero puede que esta vez sea el último. Quien sabe...
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