sábado, 26 de noviembre de 2011

Médicos.

Hoy me ha tocado la aventura apasionante que tiene ir de médicos. Esa afición que aumenta con el teimpo, y es que tarde o temprano ( más bien tarde) todos nos tiraremos las mañanas en el médico porque se nos ha roto una uña o porque nos ha salido un pelo negro en medio de las canas, pero es así, ley de vida que dicen. El caso que esta mañana me he levantado con ganas de ir al médico, o con un bulto extraño debajo de la oreja y una conjuntivitis increíble, podemos interpretarlo como queramos, ya como os apetezca. El caso que después de todo el día con la sensación de que me estaban metiendo un dedo en los dos ojos de forma permanente, he ido esta tarde al médico. He ido primero a urgencias, que como su propio nombre indica debería ir más rápido, pero no, es todo una mentira. Y más todavía si está cerrado. Y os preguntareis ¿pero urgencias cierra? Pues sí, somos así de modernos en estos países desarrollados que le ponemos el nombre que mejor nos parece, como urgencias a un sitio que en teoría es para cuando lo necesites de forma inmediata y cuando vayas te encuentres con una muchacha polaca, o en su variante rusa, con una bolsa de basura en la mano (que le quita mucha credibilidad) y te dice:
"Está cerrado hasta las ocho y media"
Claro, perdone señorita es que me he caído encima de un cuchillo pero como hasta las 8 no abren esperaré aquí desangrándome un ratito que veo que me sobra sangre y me vendría hacer un poco de limpieza, si me trae una revista mucho mejor. No es nada serio esto.
Como no iban a abrir me he ido a lo que viene siendo el ambulatorio de toda la vida lleno de viejecitos y de gente con resfriados. Así que van le explicas lo que te pasa  la de recepción, que siempre se lo tendrás que explicar un par de veces, y entonces te dice sube a la segunda planta y ya te llamarán. Y nada ahí me he tirado tres horas esperando, como apenas tengo cosas que hacer, lo que me venía mejor hoy era una tarde perdida. Cuando entro me cuenta algo que ya sabía yo, lo de la conjuntivitis. Luego le explico lo del bulto, me hace hacer movimientos extraños con la boca, de esto que si entra alguien en ese momento sabes que saldrá riéndose a carcajadas y al final me dice: 
"Es una inflamación del músculo. Pero tranquila, es algo muy común. Tómate ibuprofeno y si no se te pasa vete al maxilofacial".
¿Algo muy común? ¿Cómo que algo muy común? Será común para una persona que ve 3000 enfermos al día pero yo no he conocido a nadie que le haya pasado como para que sea muy común. Y lo del Ibuprofeno...todo  lo solucionamos con un chute de Ibuprofeno o con paracetamol y mucho agua. 
Así que ese será nuestro futuro, estar en las sillas incómodas de una sala de espera de un ambulatorio cualquiera de un barrio perdido, hablando del tiempo, de lo mal que está la economía y de lo poco que cobramos de pensión (si nos toca algo) y de lo guapos que son nuestros nietos.



viernes, 11 de noviembre de 2011

Un trocito de esta locura para una gran persona.

El tiempo pasa y corroe. Hemos llegado tan lejos que no hay cartografía que nos encuentre, pero los tropiezos suman ya Km y Km de parones.
Vemos a lo lejos la bifurcación de destinos que tanto temíamos, y en segundos pierde valor absolutamente todo lo que teníamos. No podemos volar, no, para volar hay que vivir en la misma ciudad. Nos tenemos que cuidar, si, hasta el punto de que deje de ser una cualidad.
Se pueden unir los senderos de nuevo pero hace falta fe, fe que se estanca cuando tú ocupas cabeza y yo pies.
Pues la vida se complica, cuando el tiempo la marchita, cuando el tiempo en ausencia de ti es la cita y cuando todo eso no quita que mí ser te necesita a ti, y a lo que tú implicas.
Cada vez en nuestro camino paras a descansar más a menudo alegando que los paisajes para ti son más bonitos cuando ignoras el futuro.
Tengo una biblioteca con formas de quererte, con la que subsisto hasta que en el final del camino encuentre la que acierte. De la forma perfecta de cuidarte alguna página he conseguido deducir, pero no será nunca suficiente para lo que quiero, para lo que lucho, para lo que espero, para que seas feliz mi caprichosa emperatriz.
Esta alegoría ha sido escrita con apatía fruto de largas noches frías sin tu compañía y no, no quiero ningún actor más ni ningún guía.


lunes, 7 de noviembre de 2011

Habilidades.

Hoy he descubierto una habilidad que desconocía que tenía. No se a vosotros pero a mí siempre me ha sorprendido mucho la gente que va dormida en el metro (pero no de estas que echan una cabezadita y luego se despiertan sino de estas que entran, se sientan, cierran los ojos y como si estuvieran en su casa en plena noche) y de repente sin explicación posible se despiertan justo en la estación que tienen que bajarse. Además con ese aire de indiferencia, abren los ojos tranquilamente, miran la parada, se levantan y salen por la puerta. Y tú, con la boca abierta, que en cualquier momento se te puede meter una mosca, te quedas patidifusa pensando: y eso ¿por qué? Seguro que si me pasa a mí me quedo en la circular dando vueltas a todo Madrid unas cuantas veces.
Pues hoy me ha pasado algo extraño. Me he metido en el metro, me he sentado he abierto el libro que me estoy leyendo, que después de una semana de abandono ya no me acordaba del hilo, y a las dos páginas se me empiezan a cerrar los ojos. Como son unas cuantas paradas no combato contra el sueño y cierro los ojos. Me quedo dormida, pero del todo, yo creo que hasta he tenido un sueño rápido. Pero dormir de que  se te cae la baba, la cabeza y empiezas a abrazar al que está a tu lado en el metro. Cosa que a mi no me ha pasado porque soy muy fina para hacer esas cosas de la plebe. El caso que sorprendentemente abro los ojos (veo que un señor me está mirando por la cara de terror con la queme he despertado) creyendo que me he pasado de estación, estábamos justo en medio del túnel, todo oscuro y yo pidiendo que no me haya pasado que no me haya pasado. Como si diciéndolo evitara la desgracia (qué penica). Llegamos a la siguiente estación y casualmente era Puerta del Sur así que muy dignamente me levanto (me seco la babilla que me caía de la boca) abro la puerta y me voy. No dando saltos de alegría porque sería demasiado exagerado pero con una sonrisa de oreja a oreja ( que la gente pensaría que soy un poco estúpida) pensando que yo también puedo hacerlo: PUEDO DORMIRME EN EL METRO Y DESPERTARME EN MI ESTACIÓN.
En realidad, no lo voy a hacer muy a menudo porque con la suerte que tengo seguro que esto es casualidad y me tiro dando vueltas en el metrosur media vida.. No hay que tentar  a la suerte.

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