miércoles, 18 de mayo de 2011

Todos queremos algo.

Las personas siempre nos empeñamos en buscar algo en nuestra vida, ya sea una meta, una vida productiva, una gran casa, una gran fortuna, una vida estable, una vida salvaje.. pero en el fondo no sabemos lo que queremos. De hecho siempre que conseguimos una meta nos ponemos otra y es que es muy difícil conformarse con algo pudiendo tener más. Primero quieres jugar, tener amigos, no quieres estudiar, luego quieres que te dejen salir, cada vez más primero por la tarde, con tus amigos, luego por la noche, luego quieres el graduado, después hacer una carrera, luego un puesto en el que sentirte seguro y que sea estable, después una pareja estable, más tarde quieres tu propia casa, luego buscas tener tus propios hijos, educarlos, quererlos, tener una vida feliz, a partir de aquí se pueden seguir dos caminos: el primero, y el menos fácil, seguir con tu vida, con esa persona con la que has tenido hijos, a la que amas, y envejecer con ella. La segunda, y no por ello más fácil que la anterior, cambiar de vida, separarte, dejar que tus hijos se vayan del nido,  vivir tu vida y finalmente, buscar una persona para no morir sola porque a nadie le gusta morir en soledad. La soledad da miedo, te asusta, es como un gran túnel negro que cuando entras en él ya no puedes salir, si pierdes a todas aquellas personas que les importabas y que te importaban, por cualquier razón imaginable, no las vas a poder volver a recuperar, encontrarás otras personas  (quizá) sustitutivas a las anteriores pero que nunca podrás ser como ellas. Es entonces cuando te sientes pequeña, sin fuerzas para seguir, porque si te caes puede que no te puedas levantar tu sola y no habrá nadie cerca para poder ayudarte a ponerte en pie. 

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